Introducing,

You might find these a bit hard to cope with. Easy there.
For all intents and purposes, I'm PG-16.
Intake is recommended in small doses to prevent nausea and an overwhelming feeling of sadness.

martes, 29 de septiembre de 2009

Fin del Mundo (I)

Ayer me preguntaron qué haría si se acabara el mundo en una semana. Yo sin pensarlo contesté que sacaría mi pequeña bucket list y resaltaría lo que me falte hacer, pero al escuchar lo estúpido que sonaba y aún peor que nadie me había entendido me corregí, y les dije con sinceridad que probablemente miraría todas las películas que siempre quise ver y leería todos los libros que siempre quise leer.
Esta respuesta consiguió aún mas caras de desconcierto que la anterior. Dejando de lado la ignorancia ante la que me enfrento a diario y me veo obligada a combatir desde mi pupitre, me senté a pensar si realmente estaba tan mal lo que había contestado. Alguien más contestó que se pasaría el día mirando la televisión, y otros coincidieron en que sería mejor limitarse a comer y dormir hasta que llegue el momento.
A ver: es el hipotético fin del mundo ¡no la hipotética hibernación! ¿De verdad les gustaría pasar los últimos días en este universo maltratando sus organismos con chatarra visual y comestible? Así parece. Es triste y así me suena pero es lo que hay.
Lo que me dejó pensando fue realmente qué haría, aparte de lo ya dicho. Más que nada me centré en cómo me sentiría o que pasaría por mi cabeza si supiese que todo iba a terminar.
Miré a mi alrededor y traté de dilucidar que cosas extrañaría si tuviera que dejar ese lugar para siempre, la conclusión era un poco abarcativa así que intenté achicar el espectro con un criterio menos amplio. Esta vez me pregunté qué era lo que realmente tenía un valor para mí además de ser objetos o personas que veía a diario y que definitivamente definían mi rutina, y ahí fue cuando obtuve un resultado un tanto mejor.
Me llamó la atención de repente encontrarme mirando por la ventana, con la cortina abierta. Entraba el viento y me pegaba en la cara, y en ese momento me di cuenta que algo que realmente me iba a doler dejar era esa sensación de nostalgia al ver los edificios, los árboles danzando al compás del viento y el ruido de los autos cubriendo con un suave chirrido mi discreto canto. Tantas veces había pasado y podría jurar que todas fueron significativas.
Alejándome un poco de la ventana me encontré con el marco de la puerta pero esta vez no la vi como el instrumento que me encerraba en estas cuatro paredes sino que tomó de repente un significado más simbólico. Pensé en puertas cerrándose, abriéndose, las vueltas de la vida y los encuentros y desencuentros. ¿Si me fuese hoy cuántas puertas abiertas, cuántas oportunidades me perdería?
Intenté seguir el curso de mi reflexión pero un coro de voces altivas me colocó los pies otra vez en el suelo. Y los escuche como un murmullo incesante, habían cobrado vida propia. Algunos se me dirigían y otros me ignoraban totalmente, pero yo los escuchaba todos. Fue entonces que noticié que estaba dejando que me guíen ellos cuando mi única guía debería ser yo. Así había sido siempre: hacer lo que a la multitud le parecía mejor.
Si ese vuelo de imaginación me sirvió para algo fue para darme cuenta de que poco había hecho de lo que quería hacer en un principio, por oir a los demás me había perdido y casi olvido mi misión, mi propósito: ser y estar, lo mejor posible, según mis propios parámetros.


MademoiselleJuliettè,

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